viernes, 18 de diciembre de 2009

Último capítulo


3. La estrella.

Pilarita cogió la pelota, la caja de lápices y los libros. Le apetecía llevar también la muñeca pero el era un niño y seguramente no le gustaban las muñecas.

Despacito Pilarita bajó las escaleras. Los escalones parecía que estallaban uno a uno. Pero en la cocina Gertrudis hacía mucho ruido y no la oyó.

En el comedor había una puerta que daba al jardín. Pilarita salió y cerró la puerta.

Después atravesó el jardín. Alex y Chiribita labraban.
- Soy yo, soy yo- dijo Pilarita.
Y los perros al oir su voz se calmaron.

Entonces Pilarita abrió la puerta del jardín y salió.

Cuando se vio sola en medio de la calle, quiso volver para atrás. Los árboles parecían enormes y sus ramas sin hojas llenaban el cielo de dibujos iguales y pájaros fantásticos. Y la calle parecía viva. Estaba todo desierto. A aquella hora no pasaba nadie. Estaba todo el mundo en la Misa del Gallo. Las casas, dentro de sus jardines, tenían las puertas y las ventanas cerradas. No se veían personas, sólo se veían cosas. Pero Pilarita tenía la impresión de que las cosas le oían y la miraban como personas.

"Tengo miedo", pensó. Pero decidió caminar y no mirar para nada.

Cuando llegó al final de la calle torció a la derecha y se metió en un atajo entre dos muros. Y al final del atajo encontro los campos, planos y desiertos. Allí, sin muros ni árboles ni casas, la noche se veía mejor. Una noche altísima y redonda, toda brillante. El silencio era tan fuerte que parecía cantar. Muy a lo lejos se veía la masa oscura del pinar.

"¿Será posible que yo llegue hasta allí?, pensó. Y continuó a caminar.

Sus pies se enterraban en las hierbas heladas. Allí en el descampado soplaba un viento helado que le cortaba la cara como un cuchillo.

"Tengo frío"- pensó Pilarita. Pero continuó caminando.

A medida que se acercaba al pinar le iba pareciendo cada vez más grande. Hasta que fue enorme.

Pilarita paró un momento en medio del campo.

"¿Hacia que lado estará la cabaña?"- pensó.

Y miraba a todas las direcciones en busca de un rastro.

"¿Cómo encontraré el camino?", se preguntaba.

Y levantó la cabeza.

Entonces vió que en el cielo, lentamente, caminaba una estrella. "Esa estrella parece un amigo", pensó.

Y comenzó a seguir a la estrella.

Hasta que penetró en el pinar. Entonces en un momento las sombras hicieron una rueda a su alrededor. Eran enormes, verdes, moradas, megras y azules, y bailaban con grandes movimientos. Y la brisa pasaba entre las agujas de los pinos, que parecían murmurar frases incomprensibles. Y viéndose así rodeada de voces y sombras Pilarita tuvo miedo y quiso irse. Pero vio que en el cielo, muy alto, por encima de todas las sombras, la estrella continuaba a caminar. Y siguió a la estrella.

Ya en medio del pinar le pareció oir unos pasos.

"¿Será un lobo?"- pensó.

Se paró a escuchar. El ruido de los pasos se acercaba. Hasta que vio aparecer entre los pinos un bulto muy grande que venía caminando a su encuentro.

"¿Será un ladrón?"- pensó.

Pero el gran bulto paró delante de ella y ella vio que era un rey. Tenía en la cabeza una corona de oro y de sus hombros caía un largo manto azul todo bordado de diamantes.

- Buenas noches- dijo Pilarita.

- Buenas noches- dijo el rey-. ¿Cómo te llamas?

- Yo, Pilarita- dijo ella.

- Yo me llamo Melchor- dijo el rey.

Y preguntó.

- ¿A dónde vas sola a estas horas de la noche?

- Voy con la estrella- dijo Pilarita

- Yo también- dijo el rey-, también yo voy con la estrella.

Y juntos siguieron a través del pinar.

Y de nuevo Pilarita oyó pasos. Y un bulto apareció entre las sombras de la noche.

Tenía en la cabeza una corona de brillantes y de sus hombros caía un largo manto rojo cubierto de esmeraldas y zafiros.

- Buenas noches- dijo ella-. Me llamo Pilarita y voy con la estrella.

- Yo también- dijo el rey-, también yo voy con la estrella y mi nombre es Gaspar.

Y siguieron juntos a través del pinar.

Y otra vez Pilarita volvió a oir un ruido de pasos y un tercer bulto apareció entre las sombras azules y los pinos oscuros.

Tenía en la cabeza un turbante blanco y de sus hombros caía un largo manto verde bordado de perlas. Su cara era negra.

- Buenas noches- dijo ella-. Mi nombre es Pilarita. Y vamos con la estrella.

- Yo también- dijo el rey- camino con la estrella y mi nombre es Baltasar.

Y juntos sigueron los cuatro a través de la noche.

En el suelo las ramas secas estallaban con los pasos, la brisa murmuraba entre los árboles y los grandes mantos bordados de los tres reyes de Oriente brillaban entre las sombras verdes, moradas y azules.

Ya casi al fondo del pinar vieron a lo lejos una gran claridad. Y sobre esta claridad la estrella paró.

Y siguieron caminando.

Hasta que llegaron al lugar donde la estrella se había parado y Pilarita vio un establo sin puerta. Pero no vió, oscuridad, ni sombra, ni tristeza. Pues el establo estaba lleno de claridad, porque el brillo de los ángeles lo iluminaba.

Y Pilarita vio a su amigo Manuel. Estaba acostado en las pajas entre la mula y el buey y dormía sonrriendo.

A su alrededor, arrodillados en el aire, estaban los ángeles. Su cuerpo no tenía peso y estaba hecho de luz sin ninguna sombra.

Y con las manos juntas los ángeles rezaban arrodillados en el aire. Era así, a la luz de los ángeles, la Navidad de Manuel.

- Ah- dijo Pilarita- ¡esto es como en el Belén¡

- Si- dijo el rey Baltasar-, aquí es como en el Nacimiento.

Entonces Pilarita se arrodilló y dejó en el suelo sus regalos.

FIN


Espero que os haya gustado. Es estupendo para leerselo a niños pequeños, ahora que es Navidad.

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